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Bienvenidos al maravilloso pueblo de Rosewood, sin duda, en este pueblo pasan cosas muy interesantes y entretenidas, ¿verdad? Tened cuidado porque siempre os estoy observando y ya sabéis que sé todos vuestros oscuros secretos...

Miles de personajes te esperan y sobretodo -A está ansiosa porque te registres para hacerte la vida imposible, ¿a qué esperas? Será divertido mi querido amig@... Tienes personajes cannon, pre-determinados, búsquedas. Un lugar genial donde podrás pasar un buen rato y también hacérselo pasar muy bien a -A.
















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Mensaje por Heaven D. Blake Lun Oct 28, 2013 8:08 am



Heaven D. Blake
18 años
Hev; Hav; Dari
Estadounidense
Estudiante
Adolescentes
Heterosexual
Personalidad & historia.

PERSONALIDAD
“ A small light, of those that you only found in the deep darkness… ”
El resultado de una serie de eventos desafortunados incapaces de matar sueños y esperanzas. Un rayito de luz, de esperanza. Un ejemplo de vida. Una voluntad férrea e implacable. Un “quiero seguir adelante y superarme”. Todo eso y mucho más, es Heaven.

— ¿Y por qué siempre anda tan feliz?
— ¿Y por qué usted siempre con cara larga?
Tan soñadora, tan ensimismada. Parece casi imposible ver tanta alegría y felicidad acumuladas en un cuerpo tan pequeño como el suyo. Contenta con lo que tiene, con la vida misma. Es un alma libre que va de un lado a otro, sonriendo a extraños y riendo con amigos, casi como si nada más pudiese importar. Le gusta el día a día, vivir como si no existiesen los mañanas, disfrutar de lo que se tiene ahora, y de lo que ayer, lamentablemente, ya no; una lección de vida que aprendió con aquello que sufrió.

— Disculpa, ¿podrías ayudarme?
— Oh, claro que sí. Dime, ¿qué necesitas?
Con buena mano para la gente, es una de esas muchachas agradables que encandilan casi sin proponérselo, una de esas que despiertan algo, casi siempre bueno, tan solo verla. Es humilde, sencilla, pero sobre todo, posee una mentalidad mucho muy abierta. Con ideas propias, definidas y claras, por supuesto, pero sin prejuicios ajenos, sin apariencias, sin importar color de piel, sexualidad o... o simplemente sin importar nada. Una mente libre de estereotipos o similares, siendo esto lo que más la caracteriza, y lo que le permite relacionarse sin mayor problema.

— Hav, tu primo es...
— Espera. ¿Es lindo lo que vas a decir? Por qué sino, entonces mejor no lo digas.
Sus amigos y familiares siempre son lo primero. Llega a quererles tan intensamente que termina por depender emocionalmente de ellos, casi cual chiquilla por su madre, aunque esto no es algo que le avergüence admitir abiertamente. Es protectora, y sí, también sumamente recelosa de ellos, llegando al punto desvivirse por quien le importa realmente. Tiene tal complejo de ángel guardián que sería capaz de sacrificarse a sí misma si eso asegura el bienestar total de aquellos que representan su felicidad.

— ¿Qué tienen en común un cuervo y un escritorio?
— ¿A quién le importa eso, Hav?
— ¡A mí me importa!
Carismática y graciosa, más suele molestarse cuando le llevan la contraria, y ni hablar si sabe que es ella quien lleva razón. Incluso cuando no, primero prefiere aferrarse a sus propias suposiciones, antes que aceptar que se ha equivocado. Llega a ser algo orgullosa, y si es cuestión de defender eso en lo que cree, ella no teme para nada gritar y hacerse escuchar.

— Eres algo corta, ¿no?
— ¿Disculpa?
— Me refiero a que cojeas.
— Oh, sí. Tú también, ¿no?
Pero de mente, obviamente.
Que su apariencia no te deje engañar. Normalmente sabe arreglar todo con un dialogo sano, omitiendo cualquier provocativa con el fin de evitar la violencia, aunque si le tocan mucho las narices, es incapaz de contenerse. Ella no es de quedarse con los brazos cruzados, ni soporta mirar injusticias; menos si se las hacen a ella. No tolera la lastima, ni tampoco las burlas, y si se da el caso, entonces cambia radicalmente, pasando de ser una persona tranquila, a una que pierde la paciencia completamente. Llega a mostrar una lengua filosa como pocas veces, y su sinceridad y poco tacto terminan dejando helado. No le gusta ir por ahí creándose enemistades, pero es incapaz de dejarse hacer aun cuando la mitad del tiempo presumiría de una naturaleza apacible.

— Me gustas.
— ¿Sí? A mí me gusta el chocolate.
Sumamente cariñosa, las muestras de afecto son algo que demuestra a diario, siendo que incluso a veces puede resultar algo empalagosa, aunque de alguna manera sabrá cuando debe de parar, o cuando no es el momento justo para mostrarlas. Sin embargo, cuando hablamos de algo más que simple cariño y aprecio, tiende a ser inocente, y también muy ingenua. Jovencita como es, llega a soñar con su prototipo de príncipe azul, más nunca se ha enamorado. La situación no lo ha permitido, tal vez, aunque lo cierto es que no por ello, pierde la esperanza de llegar a hacerlo.

“ I'm the light blinking at the end of the road. ”

HISTORIA
Rosewood, Pennsylvania.
28 de Agosto, 1993.
Heaven Dareli Blake. Originaría del pequeño pueblo, fue dada a luz en el hospital de la diminuta localidad. Habiendo nacido sin ningún tipo de complicaciones y con gratos cuidados, fue considerada una bebé completamente sana.

Una realidad muy distinta a la que le esperaba años más tarde.
Aunque lo cierto es que fue hija única, la situación por la que pasaba su familia ocasionó que nunca fuera considerada tal cual, pues sus progenitores habían aceptado prohijar de forma indefinida a otro Blake, un sobrino, y por tanto, primo de Heaven. De hecho, para cuando ella finalmente llegó al mundo, el pequeño Oliver Blake llevaba ya poco más de dos años viviendo con su familia.

El hecho de que ella naciera no cambio nada; aparte de la estructura familiar, quiero decir.

Compartiendo apellido, jamás hubo especulaciones de ningún tipo, ni tampoco nada parecido; el pueblo jamás pudo hablar malas lenguas de la condición familiar, y Oliver y ella convivieron juntos, como hermanos; él siendo considerado el "hijo mayor" del matrimonio, y ella la menor del mismo. Sin mayor ciencia que eso.

Sin duda, Heaven tuvo la maravillosa suerte de poder desarrollarse en un ambiente sano, lleno de todo el cariño y amor que cualquier niño esperaría —y debería— recibir. Sin dificultades económicas de ningún tipo tampoco; su padre, un solicitado abogado dentro de las pocas firmas de Rosewood, y su madre, una dulce maestra de educación primaria, siempre se esforzaron por mantener aquella estabilidad que tanto trabajo les había costado conseguir; una como la que pocos podrían llegar a presumir al final de su vida.

Así pues, su infancia transcurrió sin contratiempos de ningún tipo. Eso, al menos hasta que cumplió determinada edad.

Siendo una niña activa, siempre se le podía ver jugando con otro par más en el vecindario, sino bien entonces con su primo. En la escuela, aunque nunca destacó tanto como llego a hacerlo Oliver —detestaba cualquier cosa que necesitase demasiada atención, como las matemáticas—, conseguía un grato desempeño y raro, muy raro, era cuando causaba cualquier tipo de problemas.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas.
Heaven no parecía enferma, pero lo estaba. Apenas unos meses antes de su cumpleaños, comenzó a sufrir de malestares que no parecían graves... pero que terminaron siéndolo.

Empezó con un dolorcito por aquí, que pensaron se quitaría con una simple pomada. Otro más, en el mismo sitio, que en vez de pomada, fue tratado con compresas de agua caliente. Otro, de nueva cuenta, y entonces le prohibieron jugar con su primo por el simple hecho de evitar que la inflamación aumentase. Finalmente, cuando el dolor se convirtió en algo insoportable, y la inflamación dejo de parecer normal a simple vista, fue cuando la revisión se volvió más que necesaria. ¿Y el resultado? Osteosarcoma.

Un cáncer. En el fémur.
Si el diagnostico resulto terrible para sus padres, ¿cómo lo fue para ella? Acababa de cumplir diez años, e incluso sin conocer toda la magnitud del asunto, sabía que era grave. O al menos eso dedujo por las lágrimas de su madre, la cara de preocupación de su padre, y las miradas tristes que le dedicaba su primo. Oh, y el dolor.

El insoportable y extenuante dolor.
Su salud no se deterioró tanto como lo hizo su estado de ánimo; había pasado de ser una niña juguetona y risueña que corría por el porche del frente, a necesitar de reposos constantes en el interior de su hogar, y eso no le hizo ningún bien emocional. No pasó desapercibido el hecho de que la sonrisa en su rostro había desaparecido, y es que pasaba bastante más tiempo rodeada de doctores y consultas, que de niños de su edad.

Aunque se intentó encontrar un equilibrio para no afectar demás factores en su vida diaria, pronto las faltas a clases también se volvieron necesarias, siendo tan numerosas que término perdiendo el año escolar. Necesitaba constantes atenciones médicas, y su estancia en el hospital fue cada vez más extensa y repetida, por lo que finalmente fue trasladarla a un centro especializado en una de las ciudades cercanas, todo con el fin de someterla al tratamiento correcto que le traería bienestar.

Ojala hubiera durado menos, pero se necesitaron poco más de dos años, varias quimioterapias y una operación para erradicar el tumor y acabar finalmente con el problema de salud. Dado que aún era sometida a minuciosas revisiones, solo pudo volver a Rosewood una vez que los médicos aseguraron su completa recuperación, si bien tendría que estar asistiendo a consultas regularmente para asegurarse de que el cáncer no volvería a alojarse en su organismo.

Para entonces, Heaven había perdido ya tres años de vida... y contando. Las cosas habían cambiado, incluso aquellas que no la involucraban de forma directa; sus padres, por ejemplo, tenían ya la custodia de su primo Oliver, y los padres de este la habían perdido completamente al nunca haberse encargado de su hijo como tal. Había sido un juicio que se había llevado a la par con su enfermedad, más ella solo pudo enterarse al volver a Rosewood, que parecía seguir siendo el mismo pueblito de siempre, aun cuando ella ya no era la chiquilla que solía ser, y aquellos amigos que había formado en infancia, la habían olvidado completamente.

Todo aquello la golpeó fuertemente; parecía que la vida no le había dado tregua, que la había ignorado a ella y a su enfermedad, y que había seguido su curso sin problema alguno.

Y es que así había sido, después de todo.
Aunque sus médicos habían recomendado que intentase volver a vivir con normalidad, igual que antes de que el Osteosarcosma se volviera un factor invasivo en su vida y en la de sus seres queridos, lo cierto era que había perdido varios ciclos escolares y el tiempo le pasaba factura.

Se vio en la necesidad de estudiar desde casa, al menos hasta conseguir ponerse al corriente y contar con los conocimientos necesarios para su edad, lo que significo aislarse nuevamente.

Pasar tanto tiempo en su hogar era como estar ausente en el mundo exterior; ignoraba muchísimas cosas, y a sus ojos y oídos solo llegaban aquellas que su familia compartía con ella, como el aumento de precios en el supermercado, según su madre; algún caso importante, según su padre, y alguno que otro cotilleo del instituto, según su primo.

De hecho, la situación habría sido por demás traumática y desesperante de no haber sido por este último. El haber contado con Oliver en todo momento fue lo que le permitió seguir adelante. Su primo la apoyo como nadie y fue quien logró mantenerla cuerda durante su necesario encierro; era él quien la animaba a salir, llevándola a sus partidos de fútbol siempre que se daba la ocasión, a la mayoría de sus entrenamientos y prácticas también, ayudándola a darse un respiro siempre que lo veía necesario.

Dado que el muchacho se había convertido en alguien sumamente popular dentro del instituto, siempre era invitado a todos lados y no había día que no tuviese a donde ir; tampoco había ocasión que no quisiese llevarla consigo para permitirle relacionarse. Gracias a eso, y durante una de esas salidas, Heaven descubrió un secreto que Oliver siempre se ha empeñado en mantener oculto. Ofendida puesto que creía y consideraba que conocía todo acerca de su primo, su relación sufrió de un altibajo como pocas veces; ella estaba molesta, aunque más que estarlo con él, lo estaba consigo misma, por no haber sido capaz de darse cuenta antes, siendo que habían estado juntos desde pequeños.

Lo cierto es que aquello no duro demasiado, puesto que, entristecida y a sabiendas de que Oliver habría tenido que guardarse aquello para sí, siempre con el temor de que alguien lo descubriera, comprendió la encrucijada en la que él se sentía atrapado.

En un intento por retribuir todo lo que él había hecho por ella, se esforzó en demostrarle que lo apoyaría siempre que lo necesitase, aunque su clara renuencia a confesar aquello nunca lo hizo del todo posible. Menos aun cuando Oliver se graduó del instituto y marchó a Los Ángeles para continuar con sus estudios universitarios, apenas poco después de la tragedia ocurrida a Alison DiLaurentis —victima a la cual nunca conoció, pero de la cuál escucho bastante tras su desaparición— y su familia.

Han pasado dos años desde aquel fatídico suceso que marco y quebranto la tranquilidad de Rosewood, dos años en los que las cosas han vuelto a cambiar; su primo ha vuelto al pueblo y ella no podría estar más feliz por ello. También, y por fin, ha conseguido regularizarse en cuanto a sus estudios se refiere, por lo que ha sido matriculada en el instituto local para finalizar sus penúltimo y último años de estudios, todo con la firme intención de poder vivir por lo menos un pedacito de la experiencia pre-universitaria que le corresponde. Aunque claro, ignorando completamente las extorsiones y demás amenazas que sufren los habitantes del pequeño pueblo al que considera su hogar.


extras
Su apellido posee cierto renombre fuera de Rosewood; al menos por parte de la rama de su primo. A ella le ha tocado nacer, por decirlo de alguna manera, en el lado modesto de la familia.

Tiene una pequeña maltés llamada Evië. Es una perrita encantadora y muy juguetona de apenas siete meses. Siempre va detrás de ella, siguiéndola de aquí para allá, nunca dejándola sola. Fue un regalo reciente por parte de su familia, siendo que ahora que ya se le permite tener mascotas y esta completamente curada.

Aunque ha ganado su batalla contra el cáncer, su pierna derecha quedo lo suficientemente dañada como para obligarle a cojear levemente. No es algo demasiado exagerado, pero si notorio. Sin duda alguna, lo considera un pequeño recordatorio de lo que podría haber pasado de no haberse tratado, aunque también símbolo de aquello a lo que se ha enfrentado y ha vencido.

Dado que ha convivido toda la vida con Oliver, se ha vuelto considerablemente cercana a él, tanto que no le costó demasiado develar el secreto que él tanto se empeña en ocultar. Aunque a ella le molesta —más bien, le entristece— que él no se permita mostrarse tal cuál y aceptar ante todos como es, tampoco se lo echa en cara; él es una de las personas que más le han ayudado a sobrellevar su enfermedad y consecuencias, por lo que le apoya de la misma manera en que él lo hizo, y evita someterlo a presiones adicionales que sabe, no necesita.


thanks rapture
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Mensaje por Spencer J. Hastings Mar Oct 29, 2013 7:38 pm


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Pasa a hacer los registros y perdona Heaven.
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